Las mujeres se convierten en protagonistas de la jornada y dueñas del pueblo por un día.
Fue un dominico genovés, Santiago de la Vorágine, quien en su Leyenda Dorada, escrita hacia el año 1264, nos cuenta en la vida de Santa Águeda que el cónsul romano Quintiliano la torturó cortándole los pechos, ante su negativa de mostrarle su cuerpo desnudo. Milagrosamente, un ángel la confortó y curó.
La religión católica, en honor de la Santa, instauró esta conmemoración el día 5 de febrero, dos días después de San Blas. En algunos pueblos de España, -muy especialmente en Castilla- ha tenido y sigue teniendo gran arraigo popular como una fiesta previa al Carnaval en la que las mujeres de entonces invertían sus papeles sociales revelándose contra el poder establecido y contra el dominio masculino, quedando entonces y ahora como una fiesta tradicional de las mujeres.
En este día se elige una águeda que será la alcaldesa del año y recibirá el bastón de mando del alcalde o alcaldesa para ser ella y sus compañeras águedas quienes ostenten el mando en San Román de hornija durante la festividad. También se rinde honor a la santa con una misa y procesión en la que se bailan y cantan jotas tradicionales.